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Sunday, November 28, 2010

Tierra colorada

Las raíces permanecieron
intactas, aferradas a las
profundidades de la
tierra colorada,
pero las ramas
con sus hojas mustias
lucían, a la luz intensa
del poniente,
las arrugas cortantes
de un pretérito
cada vez más lejano.

Saturday, November 20, 2010

Aviso

Estoy de viaje hasta el próximo 28 de noviembre, razón por la cual no podré visitarlos como se merecen.

Hasta la vuelta y abrazos.

FGiucich

Monday, November 15, 2010

Carta abierta a Lety Ricardez

Mi querida Lety:

Esta tu casa hoy baja la cortina y te acompaña en ese camino donde la resignación es el eslabón que el alma tiene como último recurso.

La partida de Don Agustín es dolorosa: se ha ido el esposo, el padre, el amigo, y las sombras de la muerte no encuentran, en este momento, el viento que despeje los negros nubarrones. Saberte en este trance y no poder darte un abrazo, me llena de tristeza.

Se, con certeza, que tu espíritu está templado para soportar la peor de las tormentas y tu pluma, privilegio de los elegidos, te dará la fuerza necesaria para restañar esa herida que duele y mucho.

Algo que no alcancé a comentarte en nuestra comunicación telefónica de esta tarde, es que el sábado, conversando con Cecilia nos acordamos de tí, rememorando aquellos momentos de nuestras pláticas oaxaqueñas. Es como si alguien nos estuviera avisando o, quizás, llamando.

Junto con ella, te hago llegar el abrazo más profundo y sentido para tí y tus hijos.

Te queremos mucho.

Fernando.

Monday, November 08, 2010

Celos (II)

Pasé la noche en vela
fumando un cigarrillo
tras otro,
contemplando el huir
de las nubes
a caballo de los cerros.

Recién a la madrugada,
cuando los destellos recelosos
del poniente,
alumbraron el jardín
de invierno, intenté
tomar el teléfono.

Pero el vocear de la conciencia
y el fuego de mis entrañas,
impidieron que te
llamara.

Cómo decirte,
sin odios ni rencores que,
caminando por el prado
te ví, tomados de la mano,
con aquel bastardo
que todavía es tu marido.

X/2006

Monday, November 01, 2010

Candilejas

En los trazos imperfectos
de aquel rostro
que apretaba sus labios
en el fino cristal de la copa,
creí reconocer la sombra
de una mirada que,
otrora,
iluminó las candilejas
de mi vida.