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Sunday, November 30, 2008

Mutación

Cuando los negros nubarrones
le impidieron
ver el final de la angosta
vereda,
optó por pedir a los magos
le adivinaran el destino.
La respuesta fue incierta.
Las líneas de la mano
se confundieron
con las borras de café
y sus signos astrológicos
parpaderaron confundidos.
Parada en medio del monte,
allí donde el rumor de la brisa
se hace más ténue
y las luces del horizonte
acarician la copa
de los árboles,
se transformó
en una mariposa
de brillantes colores.
La mutación fue instantánea;
mientras iniciaba el vuelo final,
el cielo volviose más claro
y las primeras estrellas
naufragaron en los
secretos del crepúsculo.

Sunday, November 23, 2008

Arbol nuevo

Ella tenía
el perfil de una diosa.
Yo, la ilusión
desbordada a pleno.
En el el jardín
de las flores secas
creció un árbol nuevo y
casi pegadas a las piedras blancas
aparecieron los duendes ciegos.
La película de la vida
siguió rodando y,
con el correr de las primaveras,
la luna escondida entre
las sombras de la noche,
me enseño que muchos
de mis sueños se
escaparon con el viento
de la tarde.

Sunday, November 16, 2008

Las vías muertas

Si bien
los límites estaban
marcados de antemano,
jamás creyó
que podía traspasarlos
con tanta facilidad.

Cuando ella lo dejó
aquella mañana de Abril
(me voy porque este amor
- el nuestro -
me duele con
tanta violencia
que me traspasa el alma),
no tuvo el coraje
de enfrentarla.

En un arranque desesperado,
cruzó calles y puentes
pero la perdió, acaso,
en algún andén oscuro
más allá de las vías
muertas.
Volvió navegando
en aguas turbias
salpicadas de
remolinos traicioneros.

Lo hallaron al día siguiente
arropado con la colcha india
y un orificio del calibre 22
en la sien derecha.

Sunday, November 09, 2008

Con el perdón de Gustavo Adolfo.

En medio
del temporal de lágrimas
(las suyas y las mías)
ninguno pudo articular
palabras.
Y casi agotados
por el dolor que
caminaba de puntillas
por los terraplenes del alma,
no tuvimos el valor
de perdonarnos;
ella por mal querida, quizás;
y yo, por soberbia, tal vez.

Sunday, November 02, 2008

Designios

Negados le fueron
los derechos para
compartir con sus
hermanos el ilustre
apellido.

En los tiempos
de su nacimiento,
el bastardaje
era condenado por
blancos, negros o
grises,
con la misma vara
de la injusticia.

Cuando los vientos
amainaron los prejuicios
de la sociedad
pacata en su hipocresía
de santos alquilados,
su madre consiguó una casa
en las afueras
del pueblo, casi ciudad.

Conoció a su padre
a los quince años,
veinte antes que el
progenitor partiera
en féretro de caoba.
Recibió una beca
para estudiar
con los curas salesianos
y, por los avatares
del destino,
terminó en
el seminario,
más por la costumbre
que una vocación
verdadera.

Y como si fuera poco,
cuando el infarto hizo añicos
al autor de sus días,
era el único sacerdote
disponible en la
parroquia.
Vaya designios marcados
en los naipes de la vida.
Se colocó la sobrepelliz,
abrió el breviario y,
con voz casi audible,
hizo la invitación que
mandaba la circunstancia:
- escucho su confesión,
hijo mío -