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Sunday, April 29, 2007

Celos (III)

La lumbre del cigarro
delataba una figura
en la penumbra como
presagio del alba.

Era el segundo pitillo
que gastaba desde la
medianoche, mientras
la tensa espera,
olía a tabaco y revancha.

Horas atrás, en el velorio
del tuerto Gutiérrez,
le birlaron la dama.

Cuando intentó dar los pésames
a la pulposa hija del finado,
su imaginaria pretendida,
el encargado del guinche,
le ganó de mano.

Más veterano en esas lides,
el guinchero de labia entradora,
acaparó la atención de la
desconsolada niña,
casi toda la noche.

Por esa razón
y unas cuantas más
que no valían la pena recordar,
el desdichado galán,
con los puños bien apretados,
aguardaba la salida del susodicho,
para arreglar cuentas, si posible,
por las malas y no por las buenas.

Sunday, April 22, 2007

Cuerpo y alma

Tuya y mía
son las vertientes
de la cascada que inunda
cuerpo y alma.

Las gotas cristalinas
se convierten en diamantes
cuando el sol se hace oro
en el vacilar de tu vientre.

Mientras la voluta del amor
se transforma en ilusión y conjuro,
nuestras historias quedan atrapadas
en el blanco de la arena.

Sunday, April 15, 2007

Gaviota marinera

Cuando la marea
trajo los últimos
restos del naufragio,
mi amor por aquella
extraña dama,
estaba soltando amarras
en el malecón de los
recuerdos.

Todas las noches
la sueño entre el tendal
de aquellas dalias en flor
o bebiendo
juntos una taza
de café humeante y
casi hirviendo.

Ella vive en cualquier
rincón de mis silencios
y en la intensidad de los
amaneceres salpicados
con el vaivén de las
estrellas.

A pesar de todo,
no la puedo encontrar,
porque una gaviota marinera
la escondió en las rocas
quemadas por el sol
de la tarde.

Sunday, April 08, 2007

La estadística

Aprendió a sobrevivir
entre chapas herrumbradas,
barro mezclado con orín
y el hambre prendido
a sus talones.

Creció, a pesar
de los pronósticos
y estadísticas desalentadoras.
Conoció los códigos
de la violencia
porque vivir en paz
era una utopía
enganchada al dolor
de sus riñones,
golpeados por los
palazos de un padre
borracho.

No sabe del olor
a sábanas limpias
ni la sonrisa de una madre
cargada de hijos
y amargada por
los surcos del destino.

Camina, lentamente,
todas las tardes
por la calle de mi casa
arrastrando un carro
maltrecho con la cosecha
del día, en las bolsas de
basura.

Muchos le tienen miedo,
otros lo miran con desconfianza
y, algunos, con la indiferencia
castiza del que tiene todo.

Sunday, April 01, 2007

El patrón de la esquina

Lo llamaban
el patrón de la esquina,
porque no hubo machito
que le birlara el puesto.

Andaba pisando la docena
y media de años,
buen físico,
pardito pero pintón,
mirada algo torva y
con la columna del alumbrado
como territorio a partir de que
el sol se perdía entre
las casas bajas.

Durante dos veranos
fue el príncipe del empedrado
y el ganador absoluto de cualquier
entrevero que le pusieran a mano.

Un día lo reclutaron para la
tropa de frontera y,
varios meses despúes,
el vendedor de helados
nos contó que lo habían
matado en una revuelta
cuartelera.