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Sunday, September 24, 2006

Los juncos y el viento

La luna ha perdido
el brillo tras las nubes
de tormenta.

Estoy sumido
en la confusión de la locura
y el viento
ahoga su llanto en
el soliloquio de los juncos.

Las sombras polvorientas
aguardan más allá
de los maizales.
Tengo miedo
de esta tristeza
que asoma, indefinible,
sobre el rebozo de tu
ausencia.

Sunday, September 17, 2006

Los maitines

La carta me fue entregada
una madrugada ventosa
y con olor a lluvia.

Con manos imprecisas
desgarré el sobre
e inicié la lectura .
¡Cuánta angustia
me roturaba el alma!

No pude nunca imaginar
que las palmeras del oásis
fueran tragadas por las arenas
del desierto.

Te dejo - decía -
con la sensación maldita
de cometer una traición,
pero el infierno que me consume
no me da el valor
de decírtelo de frente.
Las almas débiles
como la mía - continuaba -
se arrugan cual sombras
de la noche al encenderse
las luces del alba.

El amor que me diste - la letra
se tornaba ilegible -
encendió el delirio
en quellos veranos junto
al malecón del lago.

Cómo dejar de lado
nuestros encuentros furtivos
tras los rosales del parque.
Tuve el privilegio
de haber recorrido
el ida y vuelta de una
pasión indescriptible.

Me voy, y para siempre.

Por favor no me busques
- finalizaba -
porque no podría resistir
volver a verte.

Apagué la luz,
dejé la carta sobre el sofá,
tomé un sorbo de agua
y me dirigí, con pasos vacilantes,
rumbo a la capilla para rezar
la primera misa del domingo.

Sunday, September 10, 2006

Celos

No me avergüenzo
de caminar al vaivén
de tu cintura y ser
el siervo matrero
escondido en tus
polleras.

Soy como la hierba mala
que malhecho, mocero
y celoso,
anda pregonando.
con la mano bajo
el poncho, por
las dudas pregunten,
que si alguien osara mirarte
no tendría tabuco
donde esconderse.

Sunday, September 03, 2006

La agonía

Agoniza el dictador
bajo el leve parpadeo
de las velas que circundan
el recinto amurallado.

El miasma maligno
precede a la muerte
que va llegando,
agarrada a los sordos
quejidos de aquellos
torturados durante
larga y sombría
historia, calcada
de otras más viejas,
pero no menos siniestras.

Es el turno
de este amo de negra estirpe
para rendir cuentas
en los sótanos del infierno.

No tiene argumentos
para denostar
al conciliábulo de brujos
que danzan entre
gritos espantosos.

Mucho tiempo separa
a esta hora última
de los habitantes
del silencio, que lo
aguardan pacientemente,
allí donde no existen los traidores,
donde la mortaja iguala a tabla
rasa y el conteo de la eternidad
hará polvo su cadáver.