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Saturday, January 28, 2006

Añoranzas

Con la parsimonia que
le permitìan los años,
avanzó con paso lento
hasta el estrado ornado
con banderas y
guirnaldas.

Arribó a esas tierras
siendo un mozo
veinteañero,
pobre de solemnidad
y sin hablar una
jota del idioma.
Trabajó de sol a sol,
ganó y perdió fortunas,
encontró amores morenos
que le dieron una
vasta prole
y hoy, casi sesenta
años despuès,
trepaba al podio
para recibir un
pergamino con
cientos de firmas.

Ese abuelo perdido
entre la multitud de
aplausos,
sintió en sus venas
casi frìas, un ligero
correr de añoranzas
evocando aquel pueblo
que abandonò hacia
la Amèrica.

Monday, January 23, 2006

El duelo

Cuando los aceros
se cruzaron,
al compás de jadeos y
sudores,
una corriente de muerte
se apoderó
del ambiente
saturado de
fritangas.

Sábado a la tarde,
naipes marcados,
una alusión a
cierta dama con
marca en el orillo,
gatilló el entredicho
entre el capatáz y el
encargado de la usina.

Ninguno de los presentes
quiso anticipar el resultado
por temor a quedar
enganchados en alguna
venganza tardía.

Cuando el comisario
con dos efectivos,
portadores de carabinas
recortadas y gastadas
por el tiempo,
dijeron presente
carajeando para
imponer respeto,
los cuchillos quedaron
suspendidos en
el aire.

Las ganas de achurar
al rival eran muchas,
pero el temor a la
autoridad era
mucho mayor.
Algunos, en el obraje,
habían conocido
el cepo implacable
y era aconsejable dejar
el convite
para mejor oportunidad.

Cada uno se fué
a un rincón,
mientras el
sargento primero,
gordo, desdentado
y catingudo
tomo posición
en el centro de la escena
y con voz de milicia
bien entendida, gritó:
"¡Una caña doble!"
Y se mandó el taco
al garguero,
sin mirar a los
subordinados que no
les quedó mas remedio
que pasarse la lengua por los
labios resecos.

Thursday, January 19, 2006

El baile

El protocolo exigía
traje de etiqueta.
"Qué antigüedad - pensó -
para estos tiempos" pero,
luego se dijo, que la fiesta
en aquel hotel
de habitaciones augustas,
merecía el vestido largo
y los pendientes de
agua marina.

Cuando el Brindis
de la Traviata arrancó
los primeros compases,
el corazón inició un
galope desconocido
y un ligero escalofrío
la hizo pestañear.

Frente a ella,
con garbo y categoría,
un coronel de la guardia
le solicitaba el placer
de la danza.

Sobre el piso espejado
y bajo techos de fina
arquitectura,
sintió que se mecía
en una barca entre
espumas perfumadas y
emociones cristalinas.

Apenas despertóse
aquella mañana
se miró, detenidamente,
en el espejo preguntado
dónde había estado
la noche pasada.
No hubo respuestas
y con la brisa de la
montaña un zorzal
desorientado,
se posó sobre la cama.

Sunday, January 15, 2006

Traición

Tuvo razón cuando
me dijo, mirándome
bien de frente,
que mi traición
le había partido
el alma.

No atiné a balbucear
una disculpa
porque la daga fué
clavada hasta el fondo,
sin misericordia,
y sus ojos,
nublados por el odio,
me escupieron sin piedad.

Cuando las hojas del
otoño intentaban teñir
de blanco
los años de mi vida,
la encontré una mañana,
a la vuelta de una esquina.
Abrí la boca para ensayar
un saludo, pero las mismas
pupilas cargadas de viejos
rencores me
ignoraron para siempre.

Thursday, January 12, 2006

El juicio

Conforme a derecho,
el fiscal solicitó la
pena de muerte.
La sala de audiencias
colmada hasta los techos,
guardó un silencio
que pesaba en el ambiente
como plomo en quintales.
El juez observó
al jurado
y el acusado, tembloroso,
casi patético,
apoyó la cabeza
en ambas manos.
Por su mente
afiebrada y confusa
se deslizó la visión
sombría de una
pasión torturante
y torturada,
que lo llevó a rastras,
en un río de sangre,
aquel lejano domingo
de Ramos.

Monday, January 09, 2006

La guerra

Temblaron los cimientos
de aquella hermosa casa
cuando las bombas
hicieron blanco
en los patios vecinos.
Era la guerra
barriendo vidas
con olor a pólvora
y ladrillos calcinados.
Fueron momentos
de la humanidad
inundados de dolor
y sangre.
Pero esa historia
se repite
a cada instante
sin querer
darnos cuenta
que somos hijos
de la misma madre.

Thursday, January 05, 2006

Don Agapito

Erase un almacén
de ramos generales
donde convivian
por doquier
caramelos de miel,
harinas en bolsas,
galletas a prueba
de picos,
jamones sobre
mostrador de madera
sobada, petardos,
bombitas eléctricas
y un sinfin de aromas
que pasaban desde el ajo
hasta la pimienta en granos.

Tenía permiso
para hacer los mandados,
siempre y cuando
cruzara las dos esquinas
mirando a ambos lados
en aquella calle empedrada
donde pasaba un tranvía
cada muerte de obispo.

Pero la excursión valía
la pena
porque Don Agapito,
al finalizar la compra,
regalaba un puñado de
caramelos
y con esa voz en
tono a ríadas gallegas,
gritaba:
-¡Joder, hombre,
qué grande estáis!-

Tuesday, January 03, 2006

Rapsodia

Aquel verano
fue como una rapsodia
paseando por las calles
de Budapest.
Nos amamos
como pudimos
entre las esquirlas
de nuestros viejos
resentimientos.
Vaya uno a saber
cómo se puede amar
y odiar al mismo tiempo,
sin espacios ni concesiones.
No tuvimos el valor
de romper los estigmas
marcados a fuego,
por los tabúes familiares.
Y cuando acabó el verano,
junto a las primeras hojas
desprendidas por el otoño,
no encontramos sin fuerzas
para enfrentar al destino.
En la añosa estación
de ladrillos rojos,
la ví subir al tren
con su maleta gastada,
con rumbo incierto.
Escondido en una
de las plataformas
quise ser el viento
para seguirla,
pero me quedé sorbiendo
el llanto que me apretaba
la garganta.